viernes, 29 de junio de 2012

LAS "CUTRECES" TECNOLÓGICAS PASAN FACTURA

Leyendo un caso práctico sobre el proceso de implantación de un ERP (“Enterprise Resource Planning”) en la empresa Gastón y Daniela en el año 1998, no he podido evitar sentirme identificada en algunas de las situaciones y comentarios que en dicho documento se mencionan. Es verdad que la empresa en la que trabajo (del sector banca) no tiene mucho que ver con una empresa del sector textil, pero se trata de empresas españolas 100% donde cualquier cambio organizativo o material supone una hecatombe (especialmente si ello afecta al número de visitas diarias a la zona de “vending”).
Lo cierto es que no me parece justo entrar a a valorar si en el caso de Gastón y Daniela se hicieron las cosas bien o mal a la hora de implantar el ERP (nadie nace sabiendo y menos aún en temas de innovación tecnológica, materia que además en el año 1998 era casi una desconocida, al estar muy limitados tanto la información sobre la misma como el acceso a los propios sistemas). No obstante, sí que podría señalar una serie de actuaciones (presentes tanto en el caso de Gastón y Daniela como a nivel general, en la mayoría de las empresas españolas) que podrían clasificarse como de “mejorables” o “a evitar en el futuro”.
Quizá el principal “comportamiento a mejorar” de Gastón y Daniela fue la pérdida de perspectiva de la empresa, dejando de lado el espíritu emprendedor, la orientación al cliente, la búsqueda de calidad y la innovación (pilares básicos de la cultura de esta empresa desde su origen en 1876). Si bien estos principios no dejaban de estar presentes, a priori, en todo lo relacionado directamente con el objeto del negocio (las telas), se olvidaron que los mismos habían de aplicarse en todos los ámbitos de la organización. El sistema informático era una pieza clave en el desarrollo del negocio (aunque directamente no tuviese mucho que ver con el mundo de las telas), y ellos no fueron capaces de verlo hasta que la situación se les fue de las manos.
Otra “actitud a corregir” fue la pasividad ante una situación o sistema organizativo que hace aguas pero no sobrevive (algo bastante habitual en las empresas españolas). El razonamiento de “si algo funciona como está, ¿para qué complicarse la vida?” y el eterno miedo al cambio (que no es otra cosa que miedo a perder la “estabilidad” que proporciona el hacer las cosas como se ha hecho “toda la vida”, y que sufro cada día en el banco) es lo que hace que al final la situación empeore cada día y llegue a un punto en el que solucionar los fallos se convierte en una misión casi imposible.
Y otra de esas “actitudes a mejorar” fue el intento de escatimar en gastos desde el principio, instalando ordenadores de baja calidad, completando los sistemas informáticos con productos de “fabricación casera”, y dejándose dominar por Nixdorf (proveedor de servicios informáticos que dejaba bastante que desear). Todas estas soluciones “parche” que, a priori, eran suficientes y no suponían un coste excesivo, no hacían sino incrementar la inoperatividad del sistema informático y, a la larga, la ineficiencia de la empresa a todos los niveles (como dirían en algunos foros, fueron unos “cutres”). Pero esto es lo que hay, insisto, porque yo estoy harta de ver a los de mantenimiento reparando las impresoras y los ordenadores ante las miradas asesinas de mis compañeros, cuando lo lógico sería que, en lugar de perder casi una hora diaria en impresiones fallidas o en reiniciar sistemas tuviésemos acceso a equipos actualizados…lo dicho, CUTRES.
Ahora bien, algo en favor de Gastón y Daniela puedo decir, y es que, al menos, decidieron dar el paso y cambiar todo el sistema (fueron unos valientes, asumieron el riesgo que suponía tal cambio a nivel organizativo frente a los clientes en aras de una mejora a medio y largo plazo, y ello se reflejó en la cuenta de resultados de 1999).
¿Escogieron bien a la empresa que implantó el ERP? A priori parece que no, dadas las quejas constantes, pero es cierto que lo habitual es que la gente proteste por vicio en situaciones de este tipo (más aun cuando los cambios afectan a su rutina diaria y exigen cierto grado de implicación para que el proyecto salga adelante). Sin embargo, vistos los resultados del ejercicio, parece que las cosas no fueron del todo mal. De hecho, la empresa continúa existiendo, y creo que ello no habría sido posible si hubiese continuado con un sistema tan caótico como el que tenían (o con un “amago” de ERP que no hubiese cumplido sus objetivos de forma satisfactoria).
¿Quizá tenían que haber reaccionado antes? Puede ser, pero el caso es que lo hicieron. Que no supieran valorar la necesidad invertir desde el principio en equipos en condiciones y en un sistema tecnológico “de verdad” es de extrañar (pues siempre fueron una empresa puntera, con ganas de innovar y de expandirse internacionalmente), pero al menos salieron del paso y ahí siguen.

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